"Y si la vida de por sí es buena y agradable (y así lo parece por el hecho de que todos la desean y en grado sumo los buenos y dichosos, porque el modo de vida que ellos eligen es el más deseable y su existencia la más dichosa); si el que ve se da cuenta de que ve, y el que oye de que oye, y el que anda de que anda, y en todas las otras actividades hay igualmente algo que percibe que estamos actuando y se da cuenta, cuando sentimos, de que estamos sintiendo, y cuando pensamos, de que estamos pensando, y percibir que sentimos o pensamos es percibir que somos (puesto que ser era percibir y pensar), y si el darse uno cuenta de que vive es agradable por sí mismo (porque la vida es buena por naturaleza, y el darse cuenta que uno tiene en sí un bien es agradable), y si la vida es deseable y sobre todo para los buenos, porque el ser es para ellos bueno y agradable ( ya que gozan de la conciencia que tienen de lo que es bueno por sí mismo), y si el hombre bueno tiene para con los amigos la misma disposición que para consigo mismo (porque el amigo es otro yo), lo mismo que el propio ser es apetecible para cada uno, así lo será también el del amigo, o poco más o menos. El ser es apetecible por la conciencia que uno tiene de su propio bien, y tal conciencia era agradable por sí misma; luego es preciso tener conciencia de que el amigo es, y esto puede producirse en la convivencia y en el intercambio de palabras y pensamientos, porque así podría definirse la convivencia humana"
Aristóteles EN IX, 9, 1170a 25-1170b 13
Aristóteles EN IX, 9, 1170a 25-1170b 13